Por Eva Llergo

Screen Man (el hombre pantalla), el espectáculo de Teatre L’home dibuxat, es una invitación a soñar. El actor/pantalla, vestido de blanco, bondadoso, inmenso… nos recuerda a un retrato desdibujado, no pretendido quizás, de un dios cualquiera. Llámalo amigo, padre, colega… el caso es que claramente ha sido colocado en el camino para decirnos que no hay nada malo en soñar y que todas las realidades comienzan con un sueño.

Para demostrarnos que todo es posible, invierte gran parte de la obra en hacer surgir de las pantallas juegos mágicos: nubes que se mueven con un soplido, letras que caen en su gorra, realidades que se van creando al paso de sus manos. ¿Magia o tecnología? Los pequeños espectadores seguro que lo conciben como lo primero. Y los mayores… nos olvidamos por un rato de que existe la posibilidad de lo segundo.

Screen Man busca hacernos creen que todo es posible. Nos lo susurra a nosotros con esos pases mágicos que hacen surgir de su pantalla estrellas fugaces. Pero Teatre L’home dibuixat sabe que se necesita una parábola (una narración) para que cale el mensaje. Y aquí es donde entra Pomodoro, el títere verdaderamente protagonista de la obra. Un niño que tiene como máxima aspiración ser payaso… ¡tamaño atrevimiento en un mundo como el de hoy en día!

Sus padres le dicen que se quite esos pájaros de la cabeza, sus compañeros de colegio se ríen de él y de sus pretensiones… hasta el punto de que Pomodoro enmudece de impotencia y cae mágicamente en el mar… justo en el lugar en el que el todopoderoso Screen Man juega con las nubes.

Screen Man no se ríe de las pretensiones de Pomodoro; él también quiso de niño ser payaso (después de soñar con ganar el Tour de Francia y llegar a la luna). Y enseguida se pone manos a la obra y con sus pases mágicos (tecnológicos)  dibuja un circo para el bueno de Pomodoro; es más, no le da la caña sino que le enseña a pescar… Enseña a Pomodoro a trasformar la materia intangible de sus sueños en materia real… ¡le enseña a crear un verdadero circo para que todos aquellos que se rieron de él o negaron su talento vengan a aplaudir su arte!

La trama es nada más (y nada menos) que eso: una metáfora para que creamos en el potencial de nuestros sueños. Contado con un poco de tecnología y un mucho de magia, unos cuantos títeres, unas cuantas cajas polivalentes y un actor… Ya saben, un hombre pantalla que todo lo proyecta, todo lo ve y todo lo crea…

Por Eva Llergo